viernes, 29 de junio de 2007

Silvia Prieto...¿Quien habla?...Silvia Prieto

Silvia Prieto, de Martín Rejtman por Marianela Pietraccone

¿Qué me pasó cada vez que vi esta película? ¿Cómo intenté definir “de qué se trata” o “cuál es la historia”?

Silvia Prieto cumple veintisiete años y decide que su vida va a cambiar radicalmente. Entra a trabajar en un bar, deja de fumar marihuana, lleva toda su ropa al Laverrap y se va con la ropa de otra persona, y se compra un canario que no cante (que primero canta, y después no, pero ya no puede devolverlo). Marcelo Echegoyen es su ex marido, comienza a salir con Brite, que trabaja como promotora del jabón que lleva su mismo nombre y le consigue trabajo a Silvia en el mismo lugar (luego de que ella renunciara al bar por hacérsele imposible seguir contabilizando los cafés servidos). Luego Brite le presenta su ex marido a Silvia, Gabriel Rossi, quien se autodefine como poeta y rubio, y acaba de llegar de Los Ángeles. Marcelo y Gabriel fueron compañeros de secundaria; también fueron compañeros de Mario Garbuglia, al que reconocen en un programa de casamientos, en el que conoce a Marta.
Silvia viaja un fin de semana a Mar del Plata, de donde regresa con un saco Armani de un turista italiano, prenda que pasa de mano en mano hasta volver a las de su dueño original (luego de comprárselo a Marcelo).
Paralelamente al desarrollo de estas relaciones, Silvia se entera de la existencia de otra Silvia Prieto, la de la calle Virrey del Pino. Se encuentran y le regala un shampoo para cabellos normales, pero ella “es secos” y el shampoo le arruina el pelo. Silvia 2 quiere organizar una reunión de todas las Silvias Prietos.
Por el péndulo, Brite se entera que está embarazada. Gabriel va preso por fumarse un porro en el Planetario. Brite y Marcelo se casan, lo celebran junto a Marta y Garbuglia en la fiesta organizada por el canal.



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O si no, en vez de todo lo anterior, podría decir que habla del vacío y la abulia de la vida moderna en la ciudad, con diálogos circulares y situaciones intranscendentes, y personajes guiados por el automatismo, incluso en el violento acto de trozar pollo tras pollo, cada uno en doce partes; de la identidad, de su carencia y de su búsqueda, y de la crisis que esto genera. Al enterarse de una segunda Silvia Prieto ya no tiene una identidad férreamente definida y delimitada por un nombre que le pertenece de forma exclusiva. Las Silvias Prietos se multiplican, hasta una muñeca se llama así; se le hace necesario construir su identidad a partir de otra cosa, y al denunciar en la comisaría la pérdida de su documento adopta otro nombre. Todos se pasean por diferentes posibles “yo”, cenando en un restaurante chino con un tapado de piel y un Armani, mintiendo un viaje a Europa, molestándose por ser rubio en Argentina (cuando en realidad se está más cerca del “lámpara de botella”).
Todos tienen esta misma crisis de identidad, ninguno la supera. Entes en tránsito hacia una humanidad que nunca llega , en un viaje que no es tal, porque viven sumergidos en el estatismo, estableciendo relaciones que no llevan a ningún lado, al igual que sus diálogos repetitivos. La interacción de los personajes está totalmente desprovista de vínculos afectivos, son fichas que se mueven en el tablero rejtmaniano: Marta y Garbuglia sólo desean la fiesta de casamiento, Brite y Marcelo viven juntos para ahorrar en el alquiler, Gabriel y Silvia están juntos sólo para cerrar el círculo de relaciones entre estos seis personajes.
Pareciera que todo se mueve con un “¿y qué tal si...?”; elegir una posibilidad entre varias, un elige tu propia aventura jugado por Rejtman, eligiendo siempre la opción menos probable, la que aleja los personajes de nosotros, las “personas”, pero nos deja al mismo tiempo la molestia de saber que en realidad los acerca, que somos una manada de Silvias Prietos con una carta en la mano y sin documento.

Surge la farsa, con identidades inventadas, con la ilusión de relación, todo es simulacro: hacen como si se relacionaran, Garbuglia reniega de su supuesta fama, Silvia invita a Marcelo a ver películas sin tener videocasetera.
Los mayores lazos entre ellos son un saco y una muñeca, que pasan de mano en mano sin quedarse con ninguno.
Tablero o mesa de disección, sobre la cual se vierte el absurdo imperante en la vida urbana. ¿Acaso hay algo más real que la muerte de la promotora aplastada por un colectivo, mientras los pasajeros se abalanzan sobre las muestras gratis de jabón en polvo? Si hay algo que siempre me gustó mucho del universo Rejtman es el extrañamiento; parte de un proceso de distanciamiento para destruir y luego reconstruir las historias con gran minuciosidad, en un espacio que no puede dejar de verse como la mirada de Rejtman, tan real que se mantiene película tras película y cuentro tras cuento.

Personajes efímeros y su pulsión de destrucción, desde el pollo trozado hasta Marta que dice que el día que tenga un hijo se lo va a comer. No sea cuestión de trascender de alguna forma.
La voz en off remarca la inconsistencia de Silvia Prieto y de todos los personajes, nos dice que es necesaria la repetición porque los hechos por sí solos no tienen la fuerza suficiente, por no haber individuos que los respalden; pero sólo potencia el vacío.
Y como para resaltar aún más la irrealidad e indefinición de los personajes, nos muestran a una decena de Silvias Prietos, cuyas individualidades no se ven para nada afectada por compartir un nombre.

Sí, me gusta mucho Martín Rejtman, me gusta que sus personajes y sus diálogos sean tan “falsos”, eso mismo que critican los que no lo toleran. Me gusta justamente lo contrario, que sean tan reales, que con ese estilo tan particular muestra un ojo sumamente crítico, ácido y humorístico para describirnos.

5 comentarios:

Tommy Barban dijo...

¿Para vos qué pasa al final de la película?

Marianela dijo...

Según qué final.
El "pero en realidad, a esa altura ya no me importaba nada" de Silvia, pienso que es un reconocimiento del lugar en el que se encuentran todos, un punto inmóvil que no varía , ya sea con Gabriel o Walter, con tapado de piel o con la ropa de la promotora muerta, siendo ella o Marta la novia del video; cualquier ubicación de las fichas en el tablero sigue siendo sólo una combinación más, ilusión de cambio.

La escena documental de la reunión de las Silvia Prieto la veo como un contraste con el resto de la película; como dije antes, estas mujeres llevan el mismo nombre sin que sus individualidades entren en crisis, lo que potencia las características de los personajes.

Quizás en un tiempo vuelvo a ver la película y esto cambie, piense "¿cómo creía eso?" y haga otra lectura; es una de las cosas que amo del cine.

ionito dijo...

El documental de las silvias prieto, se puede ver como las propagandas de jabon, no es eso lo que hace weich o gianola?

Yo ayer me di cuenta que el tono de los personajes de rejtman es ese que usan en la radio, cuando te tiran una promocion copada como "destapa tuco y ganate una super compu" y despes en 20 segundos te leen 2 parrafos de letra chica.
Asi, dialogos de fondo a pura velocidad. A nadie le parece?

Orta cosa, rejtman debe de ser fanatico del exel.

Marina Yuszczuk dijo...

Ah, bueno! No la voy a leer porque veo que estás contando MUCHO y capaz esta tarde la veo con Emilia.

Tenés que poner un warning al principio si tirás mucha data o contás el final, como hacen en El Amante.

Beso ionke.

la paseadora de perros dijo...

cómo disfruté esta peli!

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