miércoles, 3 de julio de 2013

The Hunt


Un falso Viggo Mortensen camina casi sin querer por la delgada línea de la pedofilia. No parece hacer nada malo, o sea, la cámara nunca lo muestra in fragantti, es decir, con las manos en la masa, pero por el clima opresivo del pueblo y la cara angulosa del actor, nos creamos nuestras propias dudas. Por otro lado la nena es rubia y tiene cara de buena, lo cual hace imposible contradecirla. Súmale a todo esto, que a los tipos se les da por ir de caza. Vemos cervatillos que corren en un bosque de hojas secas, apañados por las miras telescópicas, no son mas que latentes y carnosas metáforas. Borrachos que beben hasta que son devueltos a sus casas, por aquellos otros que relegaron las dos ultimas copas. Aun así, sus mujeres los esperan en las casas para abrazarlos. Esa es la onda del lugar. Después el falso Viggo tiene que enterrar a la perra que le asesinaron bajo una lluvia torrencial. Se abandona, no lava los platos y casi no come porque en el supermecado no le quieren vender almondiga. Cuando llega nochebuena, se viste bien para ir a la iglesia y ahí se arma rosca. Su ex mejor amigo era el padre de la rubia y le habla por la espalda. Al falso Viggo no le cabe. Esa misma nochebuena se perdonan. Una año después llega el máximo punto de tensión de la película. Levanta a la nena en brazos para ayudarla a cruzar la cocina. Chan! Todo esto pasa en la casa esa de la celebración, una película anterior.  Había mucha pelusa porque nadie entraba desde el año noventa y ocho.