domingo, 21 de septiembre de 2008

Parca

En el film del sueco la parca se personifica en un viejo lampiño de ojos saltones, de pómulos hundidos cubierto por un manto negro. El ajedrez es el juego que decidirá el momento del fin.
En la otra punta de ring tenemos al gaucho Moreira que transformando linealmente el conflicto a la manera local autóctona, dialoga, mientras se desarrolla una partida de truco (aunque sepamos que en el fondo la muerte es un monologo inapelable y universal).La muerte miente unos 37 d emano, pero Moreira retruca un 38 tan igual de imposible y salva por un tiempo su pellejo. (tiempo irreal, porque muere en la primer escena de la película)
Pero estamos en ese mundo de la ficción, donde nos podemos dar el lujo de pensar lógicamente las cosas que nos convienen. La muerte es sorpresiva, si, porque no sabíamos que tenia los ojos saltones o que podía hablar sin mover sus labios, pero mas allá de eso, es razonable en el sentido que le estamos hablando, que nos escucha y que nos responde.¿Eso nos tranquiliza? ¿Acaso podremos ahora dormir bien? Claro, como si fuera que la solución esta en el mero intercambio de cordialidades con la nada misma, con un verdugo infalible. Como si fuera que la solución es un tema lúdico donde se mezcla el azar, el desafió, la acción: tirar los dados y que te salga el 6 para seguir viviendo, para que mañana vuelvas a poder tirar.
Caminamos atrás de una mínima verdad, con las herramientas que tenemos a mano.
Algunos dicen el humor. Hasta ahora las varias versiones bajo el brazo.

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