miércoles, 24 de septiembre de 2008
domingo, 21 de septiembre de 2008
Parca
En el film del sueco la parca se personifica en un viejo lampiño de ojos saltones, de pómulos hundidos cubierto por un manto negro. El ajedrez es el juego que decidirá el momento del fin.
En la otra punta de ring tenemos al gaucho Moreira que transformando linealmente el conflicto a la manera local autóctona, dialoga, mientras se desarrolla una partida de truco (aunque sepamos que en el fondo la muerte es un monologo inapelable y universal).La muerte miente unos 37 d emano, pero Moreira retruca un 38 tan igual de imposible y salva por un tiempo su pellejo. (tiempo irreal, porque muere en la primer escena de la película)
Pero estamos en ese mundo de la ficción, donde nos podemos dar el lujo de pensar lógicamente las cosas que nos convienen. La muerte es sorpresiva, si, porque no sabíamos que tenia los ojos saltones o que podía hablar sin mover sus labios, pero mas allá de eso, es razonable en el sentido que le estamos hablando, que nos escucha y que nos responde.¿Eso nos tranquiliza? ¿Acaso podremos ahora dormir bien? Claro, como si fuera que la solución esta en el mero intercambio de cordialidades con la nada misma, con un verdugo infalible. Como si fuera que la solución es un tema lúdico donde se mezcla el azar, el desafió, la acción: tirar los dados y que te salga el 6 para seguir viviendo, para que mañana vuelvas a poder tirar.
Caminamos atrás de una mínima verdad, con las herramientas que tenemos a mano.
Algunos dicen el humor. Hasta ahora las varias versiones bajo el brazo.
martes, 2 de septiembre de 2008
Impulsaremos una nueva crítica, desde lo más ínfimo de la química. Asentimos, decimos que si, que es la percepción del espectador la que determina finalmente sorteando infinitos artilugios de toma de decisión que no son dialécticamente tangibles en su yo personal, en esta especie de juego de pinball, de rebote, hasta concluir en forma de embudo en la dualidad del “me gusta – no me gusta”. A esta se le suma, una razón que viene pegando como garrote. Aquellos que dicen “tal es muy buena” pero “hay que verla fumado”. Patología que se extiende de forma viral haciendo del cine visto y catalogado, prolijamente en la neurona del recuerdo o contrariamente en esas que se extinguen en el olvido, materia latente de revisión y reprobación. Es como después de tiempo ver la versión final sin cortes (la director’s cut), con esta nueva variable que le adosó la modernidad.
-Claro, te pareció mala por tu culpa, porque no volaste a la par papá.
Entonces el dilema, ¿la película fue pensada para eso? ¿El director contemplo como afectaría el time change que la marimba entromete y opero/obró en función de eso?
John Waters, repartió odoramas (cartoncitos "scratch-and-sniff" con números) a la entrada de su película Polyester. El espectador de acuerdo a números que aparecían durante la película debían raspar y oler, encontrando aromas acordes a la escena. Trataba de atacar estímulos que quedaban afuera del audiovisual. Para el caso buscando atacar a los sentidos de raíz, y de ser este el objetivo se debería buscar la unificación, por lo menos para saber a quien darle el merito (al que vendió la carne, al que la compró, al asador, a la estupidez del comensal, etc..).
Los videos club aun no adosan el canuto como parte funcional de la película (cuando alquile Muholland drive en VHS me vino con las 10 pistas que Lynch dio de ayuda para entenderla...).
Lo que planteo que el “si la ves fumado” es invalido como estado critico porque no forma parte a menos que la película se sostenga y se estructure desde el vamos, en función de la técnica del espectador adulterado por el cannabis.
“Si la ves fumado” es la ultima de las lecturas posibles que aparece lustrando con énfasis la basura, o en su defecto (porque también he escuchado) los brillos cegadores que aparecen de lustrar excesivamente lo bueno.